lunes, 21 de enero de 2013

Tecnología (cuento)



Dedicado a Josselyn Guzman Flores


Lina esperaba pacientemente el regreso de Charlie, la cena recién servida, aun humeaba en la mesa. Lina, miraba con su cabellera rubia a que la puerta se abriera para que Charlie llegara del trabajo y le dijera que la extrañó mucho, a que la besara y que le hiciera el amor salvajemente como casi todas las noches. Cuando se abrió la puerta del departamento, Lina se acercó a recibir a su hombre, y éste la beso como queriendo devorar esos carnosos labios rosados. 

- Devuélveme el aliento – le dijo él, tratando de contener la respiración
- ¿no te gusta que te lo quite? – preguntó ella dulcemente
- Sí, pero yo lo necesito más que tú – le contestó dejando las cosas del trabajo en el suelo. 

La cena poco importó, porque en ese instante Charlie empezó a poseer a su amante justo sobre la mesa.

- ¡Tengo ganas de hacer travesuras! – dijo él, y ella entendió de inmediato el mensaje.
- La cena se enfriará… - respondió mientras sus cabellos rubios se extendían en el mantel – 

La cena no me importa, me importa más que se enfríe otra cosa – respondió Charlie, mientras metía la mano acariciando sus tersos muslos.
 Lina sintió como temblaron sus piernas. La mano llegó al triangulo de su ropa interior, la cual hizo a un lado para meter sus dedos y hacer círculos en su sexo. Ella sólo gemía moviendo sus caderas en un frenesí volátil, hermoso, rítmico, perfecto. Él no soportó más y le sacó uno de sus senos, para devorarlo y morder el pezón despacio.

- ¡ya no aguanto, dame lo que quiero! – dijo ella, adivinando el resto del acto.
- Y ¿qué es lo que quieres? – en tono retador.
- ¡Quiero tu carne!

Cayendo en la alfombra y sin dejar de besarse, Charlie, hizo a un lado las pantaletas de Lina, y subiendo su falda, se pegó en su entrepierna para besar y lamer aquella rosada y palpitante vagina. Ella seguía gimiendo, cada vez más intenso, hasta que sus labios fueron callados por la boca de Charlie, quien en ese momento la penetró con un movimiento brusco, lo cual hizo que saliera un pequeño grito de dolor y placer. El baile perverso seguía, hasta que el tono de un celular comenzó a sonar. 

- ¿No contestarás? -  preguntó Lina

Sólo miro la pantalla y colgó la llamada, contestando la pregunta de su amante. Fue entonces que levantó a la chica y la llevo a la habitación, para desprenderle sus ropas y ponerla boca abajo, levantando esos hermosos y redondos glúteos. Él empezó a poseerla, como un perro salvaje, hambriento y ansioso, mientras que ella seguía el baile moviéndose en círculos, cada vez más violentos, hasta que estallaron en varias explosiones, inundando todo el ser de Lina, haciendo escurrir sus muslos. Después de tal proeza él cayó rendido a un costado, y recobrando el aliento abrazó a Lina durante unos instantes y poco a poco se quedó dormido. Ella, con satisfacción en el rostro, feliz de haber  complacido a su hombre, tomó su mano y la llevó al pecho dándole la espalda, cerrando los ojos y abriendo una sonrisa.

Al día siguiente, como siempre, ella desde temprano ya había preparado el desayuno y lavaba los trastes, cuando él despertaba. 

- Buenos días, te hice el desayuno, huevos y tocino. – dijo, mientras seguía lavando los trastes.
- No tengo hambre,  se me hace tarde – dijo, mientras tomaba el plato y sin mirarlo lo arrojó al lavadero donde ella se encargaba de la loza. – Voy tarde, nos vemos en la noche – dijo sin reaccionar. 

Lina sólo miró como su desayuno se arruinaba. Sin hacer ningún gesto, y sin expresar emoción alguna, siguió en sus labores. Al caer la tarde Lina esperaba pacientemente el regreso de Charlie. Miraba con su cabellera rubia a que la puerta se abriera para que Charlie llegara del trabajo y le dijera que la extrañó mucho, a que la besara y que le hiciera el amor como casi todas las noches. Fue entonces cuando sintió una extraña sensación en su cuerpo, algo que no había experimentado antes, una sentimiento de vació, como de tristeza. Se sintió efímera, perecedera, había algo que no entendía, ¿Por qué a veces él disfrutaba de sus compañía, haciéndola sentir única, y otros días pareciera que no valiera nada, como si fuese un objeto más de esa casa gris? Lina se miraba en el espejo del baño mientras pensaba que él sólo la utilizaba, cuando escuchó que su amante llegaba a la casa, haciendo toda clase de ruidos. Lina se asomó discretamente en la habitación, y vio como Charlie había traído a una de sus amigas del trabajo, una chica de cabello oscuro a la que besaba y desnudaba con la misma ansiedad con la que le había hecho el amor a ella la noche anterior. Sin hacer ningún tipo de ruido se acercó para ver como él tocaba a aquella chica, cómo metía su mano entre sus piernas y como su lengua recorría el cuello de aquella morena.

Fue entonces cuando la chica se dio cuenta de la presencia de Lina y el acto sexual se detuvo.

- ¡Mira! ella nos está viendo… - interrumpió la chica de cabello oscuro. 
- ¡¿Qué rayos haces aquí?! ¿Carajo?! – dijo levantándose molesto y sacándola de la habitación – 

Quédate aquí y no vuelvas a entrar así – dijo cerrando la puerta.
Lina sólo mantenía la mirada perdida y seguía sintiendo esa sensación de vacío. Se supone que ella no tenía que sentir eso. No podía sentir ese cúmulo de cosas que sintió cuando escuchó los ruidos sexuales que salían de la habitación, gemidos, gritos, jadeos. Lina no dejaba de verse en el espejo del baño, preguntándose que se supone que debía hacer. “¿Será acaso que esto es lo que le dicen ‘tristeza’?” se preguntaba. Lina se sentía sucia, utilizada. Tenía una necesidad tremenda de ‘limpiarse’ y a pesar de meterse en la ducha, no podía sentir el agua. A pesar de que empaparse por completo, y de que el agua recorría su cuerpo, no podía sentirse limpia.  

Después de un rato, la chica de cabello oscuro salió de la habitación fumando un cigarrillo, a medio vestir, y se dirigió al baño a lavarse la cara, y ahí, Lina, impávida, sobria, envuelta en una bata de baño. Sólo la observaba lavarse el rostro, acto seguido, la chica le pregunta a Lina 

- ¿qué se siente ser lo que tú eres? ¿qué se siente no sentir? A mí no me engaña nadie, he visto cómo lo observas, cómo te comportas. Creo que hemos ido muy lejos. Sé que sientes algo… - dijo, sin esperar la respuesta a ésas interrogantes
- Me voy muñequita, no te preocupes, no me lo pienso quedar…

Lina, sólo se quedó pensando, siempre con esa mirada inexpresiva, haciéndose en todo momento la fuerte, y siempre tratando de ubicarse en el papel que le correspondía, ella solo era un amante más. 
Después de despedir a su amiga, Charlie, se quedó sentado en la cama de su habitación. Lina se acercó a él, acariciando su espalda desnuda, con la más tierna de las dulzuras, y con tanta devoción, llena de amor, interrumpió su cigarrillo con una frase articulada desde lo más hondo de su ser. 

- Charlie, creo que…Te amo – dijo con su frágil y tierna voz – no me guardes rencor, pero en tus brazos me siento una mujer completa. 

En ese momento Charlie supo que algo estaba mal. Tomó a Lina de los hombros y con cinta, silenció para siempre ésos hermosos y rosados labios y envolvió el resto del cuerpo con bolsas de plástico. Condujo durante casi una hora en esa madrugada con la chica silenciada, pero dócil, en el asiento trasero hasta la fábrica de U.S. Robots and Mechanical Men y dejó a Lina en la puerta gris de las devoluciones con una nota que decía “Androide defectuosa”. 




1 comentario:

Félix Francisco Martínez Rodríguez dijo...

Todos somos, un poco al menos, androides defectuosos.