domingo, 14 de junio de 2015

Cómplice (s)

Para Dulce

Te lloro desde dentro,
porque amarte es como intentar ver en la oscuridad:
uno tiene que acostumbrarse.

Acostumbrarse a la tibieza que dejas
en mis brazos,
a los mensajes que no lees.
A las tesis sombrías de la desilusión.

Pero sigo yo con la firme idea de dejarte
en la penumbra de la luna
donde prefiero habitar,
y habitarte.

Porque no soy de este mundo
ni tu tampoco.
¿Qué le voy a decir a tu padre?
Pues le diré que tuve que hacerlo...
que no podía regresarte a la tierra.
No,
y menos con la sonrisa que te cargas.
una la sonrisa de una niña traviesa,
fiel,
cariñosa,
soberbia...
altanera,
tierna como sólo tu sabes serlo.

Tomaste con tus manos,
esas delgadas falanges entre mis burdos nudos
y me llevaste a donde nadie nos viera,
para hacer lo que ya estaba dictado:
revelarnos en silencio contra el mundo
contra tus hermanos y hermanas,
tu padre,
contra mis amigos
contra la maldita circusntancia.
Y es que sabes que sólo nosotros tenemos
la bella certidumbre de que no podemos enseñarle
a vivir a los que ya están muertos





Imagen cortesía de Dulce Ibarra

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