Tomo un espejo del tocador de mamá,
de ésos que parecen como del siglo pasado,
me pongo uno de mis dedos sobre mis labios simulando un bigote...
no, no me gusta...
me corto el dedo, y de nuevo miro:
la sangre
no me deja ver si me queda mejor afeitado
o simplemente no...
2 comentarios:
¿Que qué?que loco estás per es precisamente esa locura, como la sangre resbalando por el rostro lo que permite concebir lo inconcebible y eso muchacho, es lo que nos hace estrellarnos y volver a esperar otra entrada tuya.
Por cierto, también eres un buen guionista, siempre lo has sido, desde el útero creo.Saludos.
Me acorde de Magritte ( y no se si asi se escribe)
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