martes, 12 de abril de 2011

Otro Árbol


"...recogí peras de los pechos de mi madre, aun lo recuerdo.
cuando el hisopo de plata se derramó sobre mi cuerpo..."
Eric Chanocua Esquivel

En tu sombra me abrazo
para caer el día,
con el amor puro
de una mujerzuela,
me cobijas y das sentido.
Te mueves,
usando al viento como pretexto
para que no nos demos cuenta
que tus ramas acarician.
Y es que,
a los 12 años, lo único que queremos
los niños es jugar fútbol.


3 comentarios:

Félix Francisco Martínez Rodríguez dijo...

y aveces el árbol se incendia y el fuego convierte la caricia en tatuaje y uno queda con la piel marcada por el recuerdo de la rama que despertó el silencio

y ni el fútbol te salva

Ariadna Lira dijo...

Simplemente bello, y como siempre el comentario fuera de lugar,las mujerzuelas no existen, solo los hombrezuelos que las buscan mujeres porque no hubo árboles que con sus ramas los abrazaran a los doce años.
Extraordinario.

Nocturnaorquídea dijo...

Me encanta. El futbol es el que aleja en muchas ocasiones de esas caricias. Siento como si estuvieras hablando del arrpentimiento por haber abandonado lo más por lo menos y a la vez justificando esa acción. En fin, creo que eso pasa muchas veces en la vida. Ese árbol puede representar muchas cosas, una de ellas, el amor, ese que quiere expresarse pero se calla o se disfraza. Muy bueno.