jueves, 5 de mayo de 2011

Mi padre era el comandante Rafael García




Para Liz, Katy y Yuli...
Con cariño, aunque igual no importa


Estuvo preso unos diez años, 
pero nunca lo atraparon.

Crecimos huérfanas del dolor, 
a los pies el abismo ante mis ojos, sus manos.

Con un beso de agua tibia en la frente se despidió de la menor 
y con los ojos furiosos por delante. 

Ella tenía unos dos años cuando fue sentenciado 
por el juzgado de nuestra fe ciega. 

Padeció y fue sepultado por la rigidez de la madre.
Nosotras crecimos en el desierto y nos hicimos uno. 
La menor, era el espíritu, 
la segunda, el cuerpo, yo era la sangre.

Cada una inmaculada ante los dientes 
que escupían majaderías y reclamos.
El barranco ante mis pies.

Cuando volvió a casa, 
regresó un poco más viejo, más flaco.
Después, ya no pude sorprenderme. 

Dejamos de ser fantasías torturadas de millones de amantes, 
para ser
- por primera vez -
sus hijas.

Hoy la menor ya no llora. 
Y quien crea que todo esto es un pretexto, 
déjenme decirles que están muy equivocados.



Fotos de Yuliana García

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