de los apóstoles
marcan la prosa,
como fuegos de artificio
en el soplo de mi corazón.
Y te hiciste a la sombra
como te hiciste a la mar.
El sol acaricia mi calva
empapada del calor entristecido.
Y me enfrento a tu azul,
embriagado de tu sol y tu luna,
yo ya no sé de la infancia,
Ni de los hombres.
¡Qué sé yo, si en mis venas
fluye la sal!
Y nadie me ha dedicado una poesía
ni una piedra.
En el azul, cada pez se funde con su nombre.
Y me desespero.
¡Valiente Pescador de hombres!
He sido el último en volver a la costa.
y agradezco al mar
de que hoy no me haya asesinado,
de lo contrario,
mi mujer se hubiera enojado mucho conmigo
Photo cortesía de Linda VonTeasse
2 comentarios:
Me encata, me atrapa,simplemente delicioso en todo matiz de la preciosura, en sátira hermosa, en luminsidad.
Leonidas, cada día mejor,indudablemente.
¡me gusta mucho, amiguis! esa imagen del sudor entristecido y una piedra como regalo me conmueven mucho. Este tipo de poemas "seudoreligiosos" que tienes me gustan mucho.
abrazo ; )
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