Foto cortesía de Mitzi B. Dunaiew
Y la amaba
La amé tanto como se puede amar,
desde mi corazón, que no había muerto
aunque…está bien, ya no le diré más,
no la pienso empañar con mi tormento.
Y la amaba en silencio, sin remedio,
torturado. Me sabe cierto y tierno,
porque la amé con timidez, y con celos
como sólo Dios ama a sus corderos.
(traducción de Leonel Hernández, con ayuda de Hernán Bravo Varela)
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