martes, 13 de marzo de 2018

La mujer de Urías




Salí en busca del tiempo que había extraviado.
Tu mano se posó sobre mí

y me encontré extasiado, olvidado
en el verde de aquel prado, en el olor de aquellas flores
en la sombra de tus muslos, donde te escribo
no con la pluma, sino con los besos…
con los ojos, con la lengua

Y nada pasa. Nada, si no abres tus labios,
si no sale tu verbo perdido entre los pliegues de tu piel
que es un manto

Entras en mí, Agreste, por pensamiento, palabra y omisión.
Nada humano me es ajeno, pero no sé amarte con el lenguaje que usan los hombres…




(Fotos cortesía de Marinette Agreste, por Polo Rivera)



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